miércoles, 22 de junio de 2011

Afilada



Llevo tiempo intentando afilar mi daga, pero años dejo pasar y sigue en el mismo cajón, en la misma funda y cubierta aún más de polvo.

Es tu sonrisa lo que me alienta e inspira mis pensamientos, mueve mis manos para que éstas busquen empuñar su arma. 

Desesperadas rebuscan entre los cajones, pero es mucho más que polvo lo que la cubre y aún así , con angustias, buscan liberarla de aquel polvo convertido en cemento. Desesperación y perseverancia, son mis garras.

Ya sean simple mis manos y triste el desgarre de mis uñas, no dejarán atrás la necesidad de armarte y de volver a equiparme para la lucha. 

Armada con mi cuchillo envejecido y rojizo por el paso de los años, unas botas gastadas y el aliento débil,  pretendo combatirte. Y aunque mi armadura sea patética y mis ojos no demuestren fuerza, eso todo lo que soy y todo lo que tengo. 



Es así como pretendo ir hacia la batalla. Aunque para tus ojos no sea más que otro guerrillero acercándose, sin que te cause temor o una escasa  preocupación. No subestimes.



No eres el único rival en la batalla, tan sólo uno más , pero a diferencia de todos, eres quien provoca mi desafío.

Cada golpe que doy, cada ruta conquistada, cada rama apartada y cada reto superado, no toman como destino llegar a ti,  si no saber hasta donde mis manos se alargan y mis pies dejan de temblar.



Así sabré a que adversarios puedo atajar, retener, ralentizar o simplemente sobrepasar. 

No eres mi meta, si no mi estímulo. Puede que respecto a mí, sólo seas importante por eso.

Quizás deberías preocuparte en que posición te encuentras en la batalla, las colinas, nunca son tan altas como crees. Lo más posible que estés sobre valorado...