sábado, 1 de septiembre de 2012

Dejando atrás la desesperación



No pretenderé demostrarte más de lo que ves.

No buscaré corregir en tu cabeza tu visión de mí y menos aún demostraré ser débil hacia ti.

El único acto sincero y que te pertenece será mi huida. Verás mi espalda y no me importará el rostro que me dibujas. Te utilizaré como lo hiciste tú.

Serás la razón por la que no querré darme nunca la vuelta.

Serás el sonido molesto por el que cerré la ventana.

Y me da igual que tergiverses mis intenciones y las acomodes a tus deseos. Esa será mi visión de mí hacia ti y no necesitaré ver más caras.

 Juzga como más te convenga.

Será ,como siempre, mucho más simple que te todo lo que hayas deducido. Dejando de lado tus patéticas interpretaciones fuera de línea para sólo aumentar tu razón.

Así te servirá de lección que lo que no importa es tu punto de vista, si no el de todos. Por más antisocial e independiente que te consideres. Siempre formarás parte de algo, siempre dependerás de alguien, tú quien tanto ansia tener un costado cálido.

Por tu arrogancia, tu prepotencia y exceso de soberbia justificada por tu propio ego, excusada por tus propia voz aislada de los demás sonidos, como si el resto berreara.

Me valdrás como excusa para encender la hoguera de mi orgullo.

Porque lo demostraré al desear que nunca leas esto.

Simplemente porque no te agachas para escucharme, sino porque llenas tus pisadas de escombros para sentirlas así más altas.

De lo único que temo, es de no equivocarme al dudar al decir firmemente que estoy huyendo por mí y no por el miedo a no poseerte.

Pero como bien dije... serás la excusa que necesito, y con ello me basta. Dejando atrás mi desesperación por tener a alguien, por una nada que aún no necesito.